martes, 29 de mayo de 2007

La basura bajo la alfombra: otros desastres nucleares

Parece que los barones del átomo tienen memoria corta. Siempre se defienden de Chernobyl, pero se olvidan del resto de accidentes nucleares nada despreciables.
A principios de Mayo de este año, Wolfgang Kromp, Director del Instituto de Investigación de Riesgos de la Universidad de Viena, presentó el estudio “Riesgo Residual: Una serie de eventos en plantas de energía nuclear desde Chernobyl en 1986”.

El informe está disponible en: http://a4nr.org/library/safety/2007.05-greenseuropeanparliament o en http://www.greens-efa.org/cms/topics/dokbin/181/181995.residual_risk@en.pdf

El primer accidente nuclear en el mundo no fue ni Three Mile Island (1979) ni Chernobyl: fue un incendio en el reactor británico de Windscale el 10 de Octubre de 1957, que expulsó una gran cantidad de radiactividad, contaminando la leche y los alimentos de las poblaciones aledañas. Es decir, ya desde sus principios, la energía nuclear fue protagonista de accidentes.
Luego de 1986, los nucleares alrededor del mundo comenzaron a adoptar “los riesgos aceptables y las consecuencias tolerables”. Si hay contaminación, que sea poca; si hay muertos, que sean los menos posibles.
Gracias a esto “solamente” ha habido 10.000 eventos (llámese incidentes o accidentes) entre 1986 y 2006 en Francia, un valuarte pavoneado siempre por los nucleares. Esto es 500 eventos por año, llegando a 800 en algunos. No esta demás remarcar que la operadora de estas centrales es el grupo EDF, ex dueño de EDENOR en Argentina.

Otro señalamiento importante de Kromp es que no existe evaluación independiente sobre los accidentes nucleares fuera de los operadores (NASA en Argentina) o los reguladores (Autoridad Regulatoria Nuclear en nuestro país). ¿Se puede confiar en NASA o ARN para saber qué pasó en caso de accidente nuclear? Obviamente, no.

Finalmente, Kromp denuncia algo que venimos denunciando hace tiempo: las salidas de servicio a veces de informan; las razones por las que lo hacen, nunca. No hace falta decir que la salida de servicio de Atucha II el sábado pasado sólo fue informada como avería, en lugar de decir que las mismas fallas se vienen repitiendo cada vez con mayor frecuencia. Por supuesto, los informes al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) son confidenciales y nunca salen a la luz. Mucho menos esperar sanciones.

¿Quieren las autoridades argentinas que ocurra un rompimiento del material como en Estados Unidos en el 2002? ¿una degradación del combustible como en Hungría en 2003? ¿o tal vez otro Chernobyl o Three Mile Island?

¿Dónde está la tan necesaria ley de acceso a la información? ¿Por qué no se usa el decreto que ya existe? ¿Y la ley de acceso a la información ambiental?

Parece que hay que empezar a usarla.


La Hormiga Atómica

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